Carta de un lector de El Periódico de Catalunya.
Ante el intento de adoctrinamiento que los medios de comunicación están adoptando con el tema del tabaco, debo decir lo siguiente: tengo todo el derecho del mundo a fumar en cualquier local público. Respeto, por supuesto, el derecho de los no fumadores a no hacerlo, pero ellos también deben respetar mis derechos. La única opción razonable es que dichos locales tengan una sala para fumadores y no fumadores; los espacios de fumadores de un restaurante suelen estar llenos, y muchos establecimientos que no permitían fumar han tenido que anular dicha prohibición al ver que se quedaban sin clientes. Pago unos impuestos astronómicos por el tabaco y nadie me puede impedir su consumo, y menos aún en lugares de ocio y diversión.
También es evidente que algunos locales, por una simple falta de espacio, deben decidir si dejan fumar o no, y de la misma forma que yo no iré a un sitio de no fumadores, éstos también tienen la opción de no acudir a recintos reservados para fumadores; es un sistema sencillo y democrático. Ya es hora de que los ciudadanos podamos tener voz, no solo un voto cada cuatro años, algo que sirve de poco si no podemos expresar nuestra opinión en cualquier asunto que afecte al conjunto de la población. Parece que los gobiernos solo sirvan para prohibir, multar, castigar, penalizar y quitar la mínima libertad del individuo. Seamos lógicos y dejemos que las personas decidan sus gustos en su tiempo libre, y facilitemos que todo el mundo, fumadores y no fumadores, puedan estar a gusto respetando a los demás y, a la vez, siendo respetados. Es muy simple.
Jordi Casanova. Tortosa
jueves, 26 de marzo de 2009
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